#CongresoGrowthManagement
Con motivo del 1er Congreso Internacional de Growth Management, iniciamos una serie de publicaciones que inspiran el contenido expuesto en las distintas conferencias.
Los procesos de cambio y crecimiento de personas, equipos y organizaciones, pueden ser potenciados más eficazmente desde el manejo dinámico de estos 3 elementos que nos situan ante ellos desde nuevas y más poderosas perspectivas.
Ignacio Bernabé
Cuando la oruga inicia su proceso de cambio y crecimiento para convertirse en mariposa, no tiene más que dejarse llevar por la naturaleza. Sin embargo los seres humanos necesitamos poner en valor algo más para activar en nosotros este mismo proceso, pues aunque estamos hechos para el cambio, nos resistimos de manera natural a él cuando sentimos que hemos alcanzado un cierto nivel de comodidad o de equilibrio en nuestras vidas.
Sentido
Sin embargo, si por alguna razón nos vemos en la tesitura de tener que salir de esta zona conocida, bien por necesidad o por oportunidad, vamos a necesitar encontrar entre un mar de dudas y contradicciones, un motivo suficientemente poderoso. Una gran causa mayor que desde la aceptación, mueva con determinación y convicción nuestra voluntad hacia la acción. Aclaro que he dejado de llamarla zona de confort, porque en el entorno actual en demasiadas ocasiones ya ni siquiera nos sentimos cómodos en ella.
Se trata por tanto de que encontremos ese primer gran impulsor que es el sentido, como ya apuntara Victor Frankl. Psiquiatra judio, que desde su cautiverio en diferentes campos de concentración observó que hasta en las peores condiciones, cuando encontramos un sentido profundo a nuestro sufrimiento, a nuestros miedos…, afloran en nosotros capacidades poderosamente transformadoras. No sobrevivían los más fuertes o los que aparentemente estaban más sanos, sino los que habían encontrado un sentido profundo a lo que allí les acontecía.
Cuando somos capaces de darle un significado relevante al dolor, a la desesperanza, al miedo, a la frustración… podemos utilizarlo como palanca para salir de estas emociones, incluso para hacer con ellas algo realmente constructivo. La carencia de un sentido nos encierra en un círculo vicioso del que puede ser difícil escapar. Vivir este tipo de emociones sin sentido es como vivir en una charca tóxica, algo que lleva a cualquier persona a la destrucción.
Pero esto es algo que está a nuestro alcance aprender a gestionar, pues la capacidad y la voluntad de encontrar un significado profundo a las circunstancias, incluso a las más difíciles, nos pertenece. Sólo el hecho de ser conscientes de esta posibilidad inherente al ser humano, puede resultarnos de momento liberador y un acicate para tomar la iniciativa, sin dejarnos dominar por ello.
Por ello debemos vigilar muy bien donde ponemos nuestra atención y nuestro esfuerzo, pues si lo hacemos continuamente sobre cosas que en el fondo nos resultan irrelevantes, no sólo estaremos construyendo nuestra propia charca tóxica, sino que además no conseguiremos nada que realmente nos haya valido la pena.
Sin embargo, aceptaremos y gestionaremos mucho mejor cualquier estrés o emoción, cuando estemos convencidos de que forma parte de la construcción de algo que nos resulta realmente importante, o al menos de algo grande que podemos hacer con ello. Lamentarnos no sirve de nada, nos lleva a un lugar peor del que estamos. El sufrimiento por el sufrimiento, resulta inútil. Sin embargo, poner el foco en el sentido, es la mejor manera de empezar a salir de este tipo de situaciones y de aprender y prepararse para la vida, algo que podemos aplicar exactamente igual a nivel profesional y empresarial.
En mis procesos y programas con personas y equipos, observo continuamente que sólo cuando encontramos un sentido profundamente transformador, emprendemos acciones realmente transformadoras. Es decir, que sólo iniciamos un proceso de cambio cuando queremos cambiar algo que nos resulta ciertamente relevante: una relación personal, una situación conflictiva o complicada, nuestra proyección profesional o el statu quo de un equipo o de toda una organización.
El cambio requiere por encima de todo de un gran sentido, porque en su ausencia nos convencemos de que no vale la pena ni intentarlo y nos resistimos a él. Sin embargo cuando lo encontramos, se convierte en gran un acicate que nos impulsa desde la poderosa idea del cambio como oportunidad.
Consciencia
Si es importante vigilar muy bien donde ponemos nuestra atención, resulta determinante el modo en el que lo hacemos. A este respecto la consciencia es el segundo de los impulsores que debemos aprender a manejar.
La consciencia nos ayuda a reflexionar sobre nosotros mismos y sobre la vida, y a reconocernos como personas que crecemos en relación con el entorno y siendo parte de una sociedad. Sin embargo, y a pesar de que es una de las grandes herramientas de crecimiento, la utilizamos muy poco y cada vez menos en un mundo que no nos da ni un respiro.
Jon Kabat-Zinn expresa que “aumentando el nivel de consciencia, los cambios vienen sólos”. Y es cierto porque la consciencia, al igual que el sentido y veremos que también la responsabilidad, nos permite resituarnos desde nuevas perspectivas.
Necesitamos encontrar, por tanto, momentos para poner mayor consciencia en nuestras vidas, algo que resulta determinante para manejar nuestros propios procesos adaptativos y de desarrollo personal y profesional.
El poder de la consciencia es enorme, pero ¿cómo se activa y de qué modo manejarla lo más eficazmente posible?. ¿De qué forma los actos de consciencia determinan cambios en nuestras vidas? ¿En qué medida impacta todo ello sobre nuestra salud y proyección personal y profesional?
La consciencia se maneja desde los pensamientos, que no son otra cosa que las diferentes interpretaciones que cada cual hacemos de la realidad. Dicho así parece no tener demasiada relevancia, pero resulta fascinante el hecho de que cambiando nuestros pensamientos, cambiamos también nuestra biología (a mejor, o a peor, sanando o enfermando, creciendo o literalmente muriendo poco a poco).
Tal y como explica Bruce Lipton: “No somos víctimas de nuestra genética. Tenemos el poder de cambiar nuestra manera de vivir y de percibir el mundo, además del de cambiar nuestra biología”. O Carl Simontong cuando afirma que: “cambiando nuestras creencias conscientes y actitudes, cambia la química básica en nuestros órganos”.
Podemos estar en un entorno sano y de oportunidad, y no ser capaces de ver lo bueno que tiene o cuanto menos sus posibilidades. Practicar un pensamiento negativo nos llevará a crear un entorno nocivo para nuestro organismo que literalmente frenará nuestro propio crecimiento.
En sentido contrario. Si practicamos un pensamiento positivo crearemos una energía capaz de generar un entorno orgánico saludable, pues a través del sistema nervioso desarrollará una química que modificará la composición de la sangre mejorando ampliamente la salud y eficacia de nuestras células.
El modo en el que manejamos nuestros pensamientos, como vemos, determina no sólo nuestra salud y bienestar actual, sino más allá nuestro proceso de cambio y crecimiento, pues influye directamente sobre nuestra capacidad de ilusionarnos, sobre nuestra motivación, creatividad, capacidad de aprendizaje, concentración, memoria y desarrollo del talento entre muchos otros aspectos.
Por todo ello está demostrado que los optimistas viven más y mejor, son más productivos, crean y aprovechan mejor las oportunidades e influyen más eficazmente en los demás aportando más a las organizaciones. Y por ello los equipos y las organizaciones que desarrollan procesos y programas donde se dedica tiempo y calidad a la consciencia desde la práctica de un pensamiento positivo, crecen de un modo más eficaz, saludable, competitivo y sostenible.
Como dice Martin Seligman: “No se trata de mostrar a la gente cómo no estar deprimido, no enfadarse o no tener ansiedad, sino de enseñarle a que pese a ello se puede ser feliz” y sin duda también más competente y productivo.
Responsabilidad
Defino la responsabilidad como el acto de dar respuesta eficaz a los compromisos adquiridos, y es el tercero de los impulsores que se verá activado a través de los dos anteriores.
La responsabilidad nos lleva a la acción, generando orgullo y satisfacción personal, reforzando valores y aflorando capacidades y motivaciones que quizá de otro modo no habríamos conocido.
Cuando observo en mis procesos que una persona o todo un equipo, no está asumiendo su propio compromiso, de inmediato me centro en elevar su sentido y consciencia.
La responsabilidad es por tanto un acto de coherencia entre lo que se piensa, lo que se siente y lo que se hace. Es decir, que fluye a través del paradigma pensar-sentir-hacer (hacemos como sentimos, y sentimos como pensamos).
Nuestros pensamientos, en definitiva, se ven reflejados en nuestros sentimientos y son el motor de todas nuestras acciones. Acciones que crean hábitos o comportamientos que determinan incluso nuestra forma de ser.
Por todo ello podemos decir que nuestra salud, nuestro carácter, nuestras decisiones y acciones y por tanto, nuestro futuro deviene en gran medida del modo en el que nos aplicamos con mayor o menor sentido, consciencia y responsabilidad.
Por tanto, si como personas, como equipos o como organizaciones nos encontramos en un camino difícil o si deseamos afrontar un nuevo reto o un gran desafío, sólo tenemos que encontrar, aludiendo a Frankl, una causa mayor, un sentido pleno para empezar a pensar, sentir y hacer de otro modo, algo que podemos lograr trabajando desde estos 3 impulsores.
Metodología
Sentido, consciencia y responsabilidad hacen parte de una serie de triadas que se relacionan, integran y dan forma a la metodología Growth Management.
Integrar, desarrollar y poner en valor dinámicamente estos 3 elementos, marca la diferencia entre lo que un líder logra y lo que realmente puede lograr con su equipo, así como el modo en el que una organización puede crecer más eficazmente desde las personas, mejorando su proyección y resultados.
Ignacio Bernabé es Presidente de The Growth Management Science, Co, consultora especializada en la gestión del crecimiento de personas, equipos y organizaciones. Creador del Growth Management, un modelo aplicado en más de 20 países y New York Award al mejor Management Speaker Internacional entre otros reconocimientos, es uno de los más importantes expertos españoles de referencia mundial por su contribución desde nuevas perspectivas humanistas, y uno de los conferenciantes y coaches más solicitados por las grandes compañías.
The Growth Management® Science Company
www.thegrowthmanagementscience.com
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