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El concepto de Growth Management «crecer desde las personas», impone para las organizaciones y sus líderes actuar desde una doble mirada (exterioridad e interioridad) y una triple dimensión (yo – nosotros – sistema), en un hacer cotidiano donde el líder se va transformando desde su propia práctica en un auténtico Growth Manager capaz de llevar a su equipo hasta un nivel superior de competencia en línea con su verdadero potencial.
Por Nelson de J. Rueda
Una misma realidad puede ser explicada mediante enfoques diferentes, porque los actores del juego social participan en ella con distintos propósitos.
Toda explicación es dicha por alguien desde una posición en el juego social.
Explicar bien es diferenciar las explicaciones de los diferentes jugadores, y atribuir correctamente a cada jugador las explicaciones diferenciadas, esto implica verificar si estos juegan de manera consistente con las explicaciones que les atribuimos.
Para la lógica clásica la realidad es un conglomerado de partes separadas y diferentes que pueden conocerse a través de la razón, con lo que se configura el tradicional método para la descripción y la clasificación de las cosas, las personas y las organizaciones.
Pero imponer la fragmentación y no admitir la contradicción genera un pensamiento fragmentario, lineal, simplificante y dilemático que no permite el conocimiento profundo de la realidad[1].
La realidad no está hecha de partes, ella es una totalidad, de allí que, por principio hologramático, cada célula contiene en enegrama (en red) genético todo el ser y demuestra un insospechado tipo de organización, con ordenamiento armónico del procesamiento de la información (Logo) de la vida (Bio), y de las relaciones (Ethos), lo cual exige el lenguaje vincular de la complejidad.
La complejidad no es complicación, es un proceso que permite ver las multidimensiones en una forma ordenada, pero exigente, debido a las múltiples variables en observancia.
Las organizaciones y las personas constituyen variables complejas. Es una complejidad observando otra complejidad que, mediante una circularidad implícita, implica todas las variables que quieren conversar cuando dialogan discursiva e interpretativamente entre ellas. Es un diálogo entre la conciencia de la realidad y la consistencia de la realidad.
Un buen ejemplo de esta complejidad lo encontramos al ocuparnos de los componentes de estado y del desarrollo del actual sistema socio-económico, de sus organizaciones y de la forma como el ser humano participa del proceso.
Estamos inmersos en un modelo socio-económico no humanista, donde la mayoría de los seres humanos poca o ninguna presencia tienen en sus organizaciones, más allá de constituirse en un componente más del proceso productivo, con mínimas posibilidades de conciliación de su vida laboral y personal, y bien sabemos que ‘’cualquier empresa que obvie la necesidad de basar su modelo de crecimiento en la gestión estratégica de aspectos como el compromiso, la competencia y la felicidad de las personas, llegará por inercia a un punto crítico…”
No obstante, y al mismo tiempo, podemos evidenciar que las organizaciones y las personas se implican en una unidad indivisible, generadora de unos niveles muy específicos de productividad y competitividad, los cuales nacen de la forma como las organizaciones y las personas que en ellas interactúan y laboran construyen consistencia.
Por ello, podemos concluir, que es imperativo trabajar desde «un nuevo modelo que parte de la idea central de que la mejor forma de organización es la que es capaz de desarrollar equilibradamente el máximo potencial de las organizaciones y las mayores capacidades de las personas, pues en ello reside la eficacia y prosperidad de las primeras, y el compromiso, la competencia y la felicidad de las segundas», como bien lo expresa Ignacio Bernabé, desarrollador de las concepciones capital-humanistas y creador del Growth Management.
El Growth Management recoge las bases, objetivos y fundamentos del Capital-humanismo para alcanzar un objetivo fundamental: “crecer como personas –capacidades, valores, actitudes, compromisos…-, para hacerlo como organizaciones, como instituciones y como sociedad en general”.
Desde este objetivo, promover el crecer como personas, que es lo que motiva nuestra reflexión, no podemos perder de vista que la articulación teoría-práctica es biunívoca, dialéctica, dinámica, abierta, evolutiva, creciente y en construcción; la acción alimenta la teoría y viceversa.
Tendremos, por ello, que partir de la experiencia y saber cotidianos de la práctica social, luego llevar estos a un nivel de descripción, posteriormente a uno de explicación y después a uno de transformación para recomenzar el proceso de nuevo[2], sabiendo que es la práctica social la que nos ofrece los elementos necesarios para evidenciar la validez o no de nuestros postulados y paradigmas.
Para evitar colapsar, como sistema y como sociedad, se requiere del desarrollo de una cultura de liderazgo centrada en la gestión diaria de las personas, lo cual impone a todo directivo y líder organizacional convertirse en un direccionador estratégico de voluntades hacia el norte institucionalizante productor de resultados.
Esto se resuelve al conocer, entender y poner en práctica el modelo del Growth Management, una de cuyas cuatro aristas es el desarrollo del potencial de los seres humanos, dado que son estos quienes son capaces, desde su aprendizaje puesto en valor, de realizar la gestión diaria de las operaciones y de las estrategias y consecuentemente de producir un mayor crecimiento en las organizaciones a las cuales sirven.
A esto lo vamos a llamar crecer desde las personas, porque con ello no solo se apunta a la producción de los resultados organizacionales, sino que al mismo tiempo se da un paso hacia el umbral de la trascendente en la sociedad capital–humanista, donde las culturas sólidas articulan voluntades hacia la acción y multiplican los resultados, pues ellas van de la orientación de los objetivos a la orientación de las personas; hacen del líder un Growth manager que identifica, gestiona y desarrolla eficazmente el talento de sus coequiperos, al dirigir desde conversaciones transformadoras y acompañar a su equipo hasta niveles de desarrollo superior.
Crecer desde las personas impone para las organizaciones y sus líderes actuar desde una doble mirada (exterioridad e interioridad) y una triple dimensión (yo – nosotros – sistema), en el hacer cotidiano.
Una nueva consciencia | Mirada al individuo YO | Mirada al equipo NOSOTROS | Mirada al Todo ORGANIZACIÓN | |
La doble conciencia | Exterioridad Conciencia | Unidad Cuerpo Cerebro Mente | Interacciones: Maximización del potencial | Productividad Competitividad |
Interioridad Consciencia | Observador: Diferencia y complementariedad | Clima Organizacional | Cultura Organizacional | |
La triple dimensión |
Cuadro: Nelson de J.Rueda
Para que las organizaciones puedan crecer desde las personas es imprescindible que ellas procedan a estructurar, desde lo simbólico, una cultura de desocultación del inconsciente humano, donde lo instintivo, lo emotivo y lo racional se asumen, desde un nuevo paradigma: ‘’todos tenemos talento, pero no todos tenemos talento para todo’’, y así se da lugar al aflorar de la evidencia que hace cierto que el mecanismo que posibilita la consciencia es múltiple y que la responsabilidad surge como un contrato social.
En consecuencia, crecer desde las personas implica un estilo de liderazgo que se auto conciba como un fenómeno social, que sea capaz de evidenciarse en la capacidad de los lideres para hacer visible lo invisible de las voluntades, y a los líderes como articuladores estratégicos de voluntades y como direccionadores de voluntades, desde la proyección y gestión de los imaginarios humanos, que movilizan el inconsciente de sus liderados, desde lo psíquico, lo simbólico y lo relacional, buscando que las competencias de un individuo, como fuerza instituida, se expresen al interior de los movimientos sociales, o las organizaciones, en productos tangibles y en resultados admisibles por el ecosistema al cual unos u otras sirven.
La base para hacer de este mundo, un mundo mejor para todos, nace de la necesaria proyección y gestión del líder como la de un ser que es capaz de generar la conversión de los individuos que lidera en sujetos institucionalizados, que dan respuestas a la sociedad como fuerza instituyente, donde ‘’el crecimiento en lo personal, se constituye en la base para la transformación y el desarrollo empresarial, económico y social, dando lugar a un modelo que se orienta a la gestión y el desarrollo estratégico del talento para transformar las empresas en auténticos equipos de personas comprometidas, competentes y felices’’.
[1] Briceño, Marta Susana. http://www.campogrupal.com/dialectica.html.
[2] Sander, Benno. Consenso y conflicto: Perspectivas Analíticas en Pedagogía y en Administración de la Educación. São Paulo, Editora Pioneira/UFF, 1984.
Nelson de J. Rueda
Presidente de la Red Global de Mentores
CEO de Coaching Management Consultants (COLOMBIA)
Embajador del Growth Management® (LATAM)
Consultor y Coach Certificado en Growth Management®
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